
Biografía
Ziomara Morrison nació en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, en Santiago de Chile, y creció en un entorno familiar humilde pero lleno de amor y apoyo. Desde muy pequeña destacó en el baloncesto, iniciando su formación a los 11 años en la Universidad Católica. En una época en la que el baloncesto femenino tenía poca visibilidad en Chile, su talento la llevó a abrirse camino a nivel internacional.
A los 15 años dio un paso decisivo: dejó su hogar para trasladarse a Italia y comenzar una carrera profesional en Europa. Sin hablar el idioma y sin haber salido antes de Chile, enfrentó con valentía la adaptación a una nueva cultura. En ese proceso forjó su carácter y entendió que jugar baloncesto podía ser no solo un sueño, sino una profesión legítima.
Con el tiempo, Ziomara se convirtió en una de las jugadoras chilenas más reconocidas de la historia, recorriendo las ligas de Europa, América, Asia y Medio Oriente. En 2012 hizo historia al convertirse en la primera chilena en jugar en la WNBA con las San Antonio Silver Stars, experiencia que continuó más tarde con las Indiana Fever. Su estilo de juego, su fortaleza física y su inteligencia táctica le permitieron consolidarse como una pívot dominante y respetada en cada equipo que integró.







Su carrera no estuvo exenta de desafíos. A los 22 años una condropatía en la rodilla derecha amenazó con obligarla a retirarse. Sin embargo, gracias a tratamientos especializados y a un riguroso trabajo físico, logró regresar a la élite, demostrando una resiliencia excepcional. Además de brillar en clubes de primer nivel, dejó huella con la selección chilena, sumando títulos y una medalla de bronce histórica en los Juegos Panamericanos de Santiago 2023 en la modalidad 3x3.
En 2024, lanzó los camps de baloncesto Z7, una iniciativa destinada a formar y empoderar a jóvenes deportistas, transmitiendo su experiencia profesional y fomentando valores como la disciplina, el trabajo en equipo y la perseverancia.
Fuera de la cancha, Ziomara ha dedicado tiempo a inspirar a jóvenes a través de charlas y encuentros formativos. Su mensaje es claro: con perseverancia, disciplina y pasión, es posible superar cualquier barrera. Fiel a su filosofía de vida —“haz lo que te haga feliz”—, Morrison se ha convertido en un símbolo de profesionalismo y superación personal.
Hoy, después de más de dos décadas de carrera, sigue compitiendo al más alto nivel y continúa escribiendo nuevos capítulos en la historia del baloncesto femenino, demostrando que los sueños, con esfuerzo y valentía, pueden hacerse realidad.